sábado, 22 de octubre de 2016

Comunicar no sólo es hablar :)

Y cuando pensabais que se habían acabado las novedades y los avances vuelvo a hacer acto de presencia y lo hago para seguiros contando mi evolución en el curso.
En esta ocasión, el bloque 2 centraba la atención en la figura del tutor y, de forma específica, en su labor de comunicación. Por ello, las actividades se centraron en saber cómo abordar la comunicación con nuestros posibles alumnos, distinguiendo entre la comunicación sincrónica y asincrónica y entre la mensajería pública y privada; en los tipos de alumnos que nos podemos encontrar; y, en la elaboración de rúbricas para evaluar las diferentes tareas.
La verdad es que si me ha costado tanto escribir esta entrada, es porque detrás de este breve resumen se esconden no sólo muchas horas de trabajo, sino también un proyecto que empezó como fruto de la ilusión y las ganas de trabajar de un equipo de seis personas, y que concluyó en la elaboración de un producto que ha tenido una gran aceptación y difusión. Se trata de una revista digital en la que clasificamos a los diferentes alumnos que podemos encontrar en un curso tutorizado en línea y las correspondientes intervenciones tutoriales para cada uno de ellos. Por si queréis echarlo un ojo, aquí os dejo el enlace y la portada.



Pero como os decía, no fue la única actividad que teníamos que desarrollar. En este sentido me gustaría destacar el hincapié que se hizo en distinguir, correctamente, entre comunicación privada y pública. Quizás la mejor respuesta sea actuar siguiendo el sentido común, pero lo cierto es que la tutoría en línea exige pequeños matices. Si queremos evitar el sentimiento de aislamiento que puede acompañarnos cuando realizamos un curso en línea, debemos ser capaces de hacer interactuar al conjunto de los alumnos con los restantes. Una tarea nada fácil que podemos conseguir a través de los foros, de ahí la importancia de distinguir con claridad el tipo de mensaje y privacidad que merece cada situación. El tutor tiene gran parte de esta responsabilidad, pero no es la única. Un tutor debe de ser capaz de tener empatía, el don de la comunicación para hacerse entender de una forma clara y concisa – tampoco se trata de aburrir a los alumnos con cada mensaje, sino de transmitir con las palabras necesarias – y, sobre todo, muchas ganas de seguir aprendiendo con sus alumnos – porque sí, los tutores también aprenden de sus tutorandos –.
Y, por último, me gustaría hacer referencia a la última de las actividades requeridas: la rúbrica. Actualmente, la palabra rúbrica se ha extendido exponencialmente en el ámbito educativo. Las rúbricas, de una forma quizás demasiado simplista, podrían definirse como una herramienta que permite realizar una evaluación más objetiva y detallada en comparación con la evaluación tradicional. Al igual que he hecho con la revista, también aquí os dejo la rúbrica que realicé para la evaluación de una actividad individual.




Como siempre, espero vuestros comentarios en el blog o a través del hashtag #Tutor_INTEF :)
Un saludo,

Begoña

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